¿Qué hacer con el derecho ante una pandemia?
El Global
No me negarán que la pregunta es buena. Llevo días dándole alguna vuelta y pensando que a los juristas, más que los robots, igual podría quitarnos parte de nuestro trabajo esa nueva ilustración que muchos piensan que aparecerá cuando hayamos superado la crisis del Covid-19. En la era post-coronavirus seremos todos más buenos, ya no se infringirán patentes, y aunque la publicidad que haga un competidor no nos guste no le denunciaremos. También será más fácil que nos pongamos de acuerdo; y será tan obvio que los contratos deben cumplirse que ya no los escribiremos; nos conformaremos con que alguien nos dé su palabra. Puede que parte de esto se cumpla, estaría muy bien; pero también es verdad que estos días se aprueban multitud de normas a causa del virus y muchas otras se dejan inaplicadas o se deben reinterpretar. Inmerso en estos pensamientos, entre las ideas que circulan por mis neuronas destacaré tres, inspiradas por una declaración publicada por la European Competition Network, una red de cooperación en la que participan la Comisión Europea y las autoridades nacionales encargadas de la defensa de la competencia.
La primera es que hoy más que nunca hay que hacer un esfuerzo por adaptar las normas a la realidad que nos toca vivir, y hay que hacerlo con serenidad pero de forma efectiva. Miren, esta semana me han preguntado varias veces si una empresa puede poner un servicio de mensajería a disposición de un hospital para entregar a domicilio la medicación de dispensación hospitalaria y así evitar desplazamientos innecesarios. Hoy me congratula ver que el BOE publica la Orden 293/2020 facultando a las comunidades autónomas para tomar medidas para garantizar la dispensación de los medicamentos de dispensación hospitalaria sin que deban ser dispensados en las dependencias del hospital. Sigo pensando que ante una iniciativa de este tipo, planteada de buena fé y de forma transparente, si alguna norma prohibía llevarla a cabo, debería dejarse inaplicada. Bueno, yo les hablaba de las administraciones encargadas de defender la competencia. Pues bien, lo que han hecho estos días es emitir una comunicación conjunta a nivel europeo (poca broma) con un mensaje muy claro: la ley impide los acuerdos entre empresas que tienen por objeto o efecto restringir la competencia, pero las empresas que deseen cooperar para asegurar el aprovisionamiento y la distribución de productos esenciales no deben preocuparse, vayan adelante con su cooperación. Eso sí, no aprovechen la tesitura para excederse. Los acuerdos deben ser temporales, (válidos únicamente durante la presente crisis) y limitados a lo que sea estrictamente necesario para garantizar un correcto aprovisionamiento de productos a los consumidores. Si la cooperación va más allá, se entrará en terreno peligroso. La segunda idea es que a pesar del buenismo que está generando el confinamiento, los malos siguen estando ahí. Estos días, los peores son los que pretenden aprovecharse de la situación, los que imponen precios u condiciones abusivas para vender sus productos o los que crean carteles para impedir la competencia y mantener los precios elevados. Suerte tenemos del derecho. La tercera idea es que la cooperación leal y de buena fé es la mejor herramienta en situaciones como la actual. En definitiva, el derecho seguirá siendo necesario para dar una respuesta ordenada a los retos que nos plantea la vida; para vencer a los malos; y para facilitar la cooperación entre personas e instituciones. La declaración de la European Competition Network es un buen ejemplo.