No hay sector farmacéutico sin Europa

Jordi Faus

EL GLOBAL

Esta semana hay muchas novedades interesantes en el ámbito jurídico del sector. El Tribunal de Recursos Contractuales de Andalucía ha suspendido el procedimiento de adjudicación del Acuerdo Marco de los equivalentes terapéuticos, estimando la petición que mis socios Xavier Moliner y Juan Suárez presentaron en interés de algunas compañías farmacéuticas; y el Tribunal Supremo ha anulado el Real Decreto1301/2006que establecía las normas de calidad y seguridad para la donación, la obtención, la evaluación, el procesamiento, la preservación, el almacenamiento y la distribución de células y tejidos humanos. El Tribunal Supremo ha actuado a instancias de una empresa dedicada a la gestión de un banco de células madre extraídas de la sangre de cordón umbilical.

A pesar de la importancia de estos temas, hoy tenía pensado hablar un poco de política y de Europa. Lo decidí el lunes pasado después de leer el brillante editorial de Santiago de Quiroga sobre el primer Consejo Interterritorial tras la resaca de las elecciones europeas. Comparto con el presidente editor de EG la preocupación porque las elecciones del 25 de mayo hayan demostrado que muchos ciudadanos están dispuestos a apoyar a partidos denominados populistas, aunque al mismo tiempo confieso que, ante la magnitud del fenómeno, conviene que quienes han perdido votos reflexionen sobre su propia oferta; porque al fin y al cabo, si la soberanía popular reside en los ciudadanos, deberíamos ser muy cautos a la hora de criticar a quienes son capaces de conseguir su apoyo.

Por otro lado, las altas cifras de abstención demuestran que la política local, autonómica o nacional despierta más interés que la europea. ¿Quiere eso decir que Europa no es importante? En mi opinión, no. Gracias a la Unión Europea, nuestra generación y la de nuestros hijos y nietos son las primeras que no vivirán los horrores de una guerra. Con eso ya bastaría para defender a la construcción Europa. Pero además, gracias a la Unión Europea hemos conseguido un grado de interrelación económica, social y cultural entre los países miembro impensable hace 50 años.

En nuestro entorno, quienes de un modo u otro estamos vinculados al mundo del medicamento no podemos más que dar gracias a Europa. Las instituciones europeas y el derecho comunitario han hecho posible la existencia de un sector farmacéutico europeo, y de un mercado atractivo en el cual se han racionalizado los recursos y las operaciones. La cuestión no es de importancia menor. Todos sabemos que el posicionamiento estratégico de cualquier organización depende de la asignación de recursos; y la integración europea permite que los recursos, siempre escasos, se focalicen en iniciativas que contribuyen a la mejora de la salud y de la calidad de vida de todos. ¿Se imaginan hoy un sector en el que no se lograse una autorización de comercialización si no se dispone de una planta de fabricación local? ¿O donde no existiera el reconocimiento mutuo? Es verdad que siguen existiendo áreas de mejora; pero si usted trabaja en el sector; cuando piense en la Unión Europea no olvide que sin ella, con todas sus complejidades, es muy posible que su puesto de trabajo no existiese. Para acabar, no puedo dejar de añadir que para proteger el Producto Interior Bruto de verdad hay que educar, facilitar la competitividad en toda su extensión; y también proteger a Europa.

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