Nuevos estados en Europa y medicamentos

Jordi Faus

EL GLOBAL

La posibilidad de que, en los próximos años, aparezcan en Europa nuevos estados mediante procesos democráticos y pacíficos, puede ser un aliciente para todos aquellos que se sienten atraídos por la innovación y los retos. Para quienes se encuentran más cómodos con el statu quo, es posible que sea más un engorro; y seguramente hay quienes piensan que se trata de una posibilidad tan remota que no vale la pena dedicarle esfuerzo intelectual alguno.

Hay quienes ya están incluyendo el tema en sus análisis de futuro, y al hacerlo se enfrentan a interrogantes complejos que, en ocasiones, nos trasladan a los juristas. Muchas de las cuestiones que se plantean tienen, efectivamente, naturaleza legal; a pesar de que el derecho, en estos temas, puede ser un instrumento al servicio de decisiones políticas, pero no una vía que dé una respuesta inequívoca. Cualquier nuevo estado, como es obvio, deberá dotarse de instrumentos jurídicos y de estructuras administrativas para su aplicación; y pretender que las normas actuales den respuesta a las cuestiones que un proyecto de este tipo plantea es absurdo.

En el ámbito del medicamento, la posibilidad de que dentro de la Unión Europea se creen nuevos estados suele plantear cuestiones relacionadas con el mantenimiento, en el seno del nuevo país, de los actos jurídicos adoptados por las instituciones europeas. ¿Se aplicarán en el nuevo estado las directivas europeas sobre medicamentos? ¿Tendrán validez las autorizaciones de comercialización concedidas por la Comisión Europea? A estas preguntas se unen otras relacionadas con la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. ¿Se crearán aranceles que gravarán la entrada de productos comunitarios en el nuevo estado? ¿Se permitirá que los productos fabricados en el nuevo país se sigan comercializando en el resto de la Unión Europea?

A mí, que estas cuestiones se pongan encima de la mesa me genera profunda satisfacción porque demuestran que la Europa del medicamento existe. Hace algunos años tuve el privilegio de poder debatir sobre este tema con el profesor José Luis Valverde, a quien su europeísmo, y seguramente su afán perfeccionista, le llevaba a sostener que la Europa del medicamento estaba lejos de ser una realidad.

Mi visión es que, desde hace tiempo, existe un mercado europeo de medicamentos donde personas y productos operan en condiciones de integración económica que no eran imaginables hace 30 años. Es verdad que hay disparidades en precios y sistemas de reembolso, pero ¿qué me dicen de España? Aquí, a pesar de los reales decretos-Ley, siguen existiendo diferencias en las condiciones de acceso a diversos productos.

En mi opinión, la Europa del medicamento ya existe a día de hoy, aunque esta debe ser cuidada, protegida y mejorada. Por ello es bueno que quienes estudian cuestiones relativas a la posible creación de nuevos países aboguen, como ya se hace en algunos casos, por el mantenimiento en vigor de los actos jurídicos adoptados por las administraciones competentes (ya sean nacionales o europeas) antes de la creación del nuevo estado. Además, si los nuevos estados adoptan medidas para asegurar la máxima estabilidad en las relaciones comerciales con la Unión Europea, es muy posible que su creación no plantee problemas que, mediando un poco de buena voluntad, no puedan resolverse con cierta facilidad.

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